El Corpus Christi de Cuenca, una celebración tradicional que cumple 459 años



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En la ciudad de Cuenca, se celebra el Corpus Christi desde 1557 y es junto con el Pase del Niño en diciembre, la fiesta religiosa de mayor importancia. La herencia española de celebrar con solemnidad el Corpus Christi echó raíces por la ferviente fe de los cuencanos, al reconocer con devoción la Transustanciación del cuerpo de Cristo en la Hostia Consagrada durante la Eucaristía. Sin embargo, contribuyó a la esplendidez del festejo la coincidencia con la tradición indígena, de agradecer a la Pachamama y al taita Inti por la cosecha, honrando el término del invierno con el consiguiente renacimiento de la vegetación en el solsticio de verano, desde entonces se mantiene como una de las solemnidades de mayor trascendencia de nuestra cultura.

La conmemoración del Corpus Christi en Cuenca, inicia con un pregón que llega hasta la Catedral de La Inmaculada, en donde se solemniza la Liturgia; posteriormente se realiza un culto popular con la quema del castillo como parte de la costumbre festiva.

La exhibición del Santísimo en la Catedral de La Inmaculada, brinda a los devotos, la oportunidad de rendirle culto. Durante siete noches y siete amaneceres, la Sagrada Hostia permanece en exhibición, de ahí que también esta festividad religiosa reciba el nombre de “Septenario”.

Este año, el Corpus Christi tendrá lugar el mes de mayo, del 26 al 02 de junio en la plaza central de la ciudad de Cuenca, donde más de un centenar de carpas, rodean el parque expendiendo los famosos “Dulces de Corpus”, una costumbre que nació en conventos y casas de la nobleza cuencana, para luego ser compartida con el pueblo cuencano y quien llega para conocer esta deliciosa tradición.




Estos afamados “dulces de Corpus”, constituyen una herencia que encuentra su inicio en la repostería de los conventos de clausura y las mujeres de la nobleza, práctica que fue transmitida en la ciudad, con la llegada de los españoles. Los dulces eran entregados como obsequio a personas allegadas a estas casas y conventos y se convertían en comprobante de haber participado en el Septenario. Los entregaba una “chola cuencana” que lucía su traje: blusa de encaje, una pollera bordada y adornada con lentejuelas. Más adelante las recetas de los dulces escaparon de los muros de las familias de élite para convertirse en manjares que hoy incorporan elementos autóctonos compartidos con todos los que visitan la ciudad en esta época. Cada dulce lleva un nombre, vinculado al momento social e histórico que se vivía: Pucanahui, kuskinga, Huevos de Faldiqueras, quesitos, suspiros, buñuelos, monjas, etc.

Dulces de Corpus. Imágen surtrek.org

Mesas recubiertas de mantelería disponen en sus tableros canastas de dulces de diferentes formas, sabores y colores, se exponen alrededor del parque céntrico de la ciudad en aceras y portales, convirtiendo a esta exposición en una de las ferias más importantes del Ecuador, con un despliegue colorido y agradable de opciones de disfrute de los visitantes locales, nacionales y extranjeros, que con familia y amigos saborean estos deliciosos manjares.

Al llegar la noche, de cada uno de los siete días que dura el Corpus Christi, la algarabía se enciende y los cielos de Cuenca se iluminan con luces de colores, reuniendo a los visitantes a admirar la multiplicidad de juegos pirotécnicos y los hermosos castillos que ponen el encanto a la noche y que están a cargo de los Priostes.

Danzas folklóricas, bandas de pueblo, bailes populares y por supuesto, la feria de dulces tradicionales de la época, armonizan perfectamente en el Centro Histórico de Cuenca, para ofrecer un espectáculo de verdadero goce y alegría para adultos y niños; cuencanos y extranjeros.

Fuente: www.cuenca.com.ec


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