Cerro Padre Urco y lagunas de Soracola, el jardín del edén



Peña del Padre Urco en Catacocha
Un sábado cualquiera te levantas bien temprano con la ilusión de volver a irte de caminata por rutas que estás deseando explorar y vences esa pereza del amanecer que te empuja cuando intentas reunir las fuerzas necesarias para sacar los pies de la cama. Son las 6.30 cuando ese bendito ruido de la alarma te vuelve a recordar que te has quedado dormido de nuevo. Lo que me consigue levantar es la ilusión de saber que vamos a descubrir otros lugares, que aunque parecen lo mismo de siempre, consiguen arrebatarme una expresión de admiración cada vez que caminamos por este paraíso.

El sendero hacia la peña del Padre Urco, entrando por la pequeña aldea de La Supa (apenas a unos 7 kms de Catacocha) nos recibe dormido, sólo con el estruendoso canto de la "chiroca" a modo de ánimo para empezar a caminar rodeados de una vegetación que ya va secándose por la ausencia de lluvias. Un ánimo que no necesitábamos pues las ganas de subir a esa peña, tan llena de leyendas y supersticiones, y luego bajar para ver las lagunas de donde se alimenta la gran chorrera de Soracola era suficiente aliciente para estar ya activos y preparados para otra caminata para el recuerdo.

Hasta tres leyendas del cerro nos contaron sólo en el trayecto durante el traslado hasta la entrada del sendero; en la cima los shamanes en sus trances son capaces de ver un jardín a modo de edén, que la cima te absorbe para ella pues existe una laguna encantada, o que aparecen animales extraños que son espíritus guardianes del cerro.
Posiblemente es una de las zonas que mas leyendas tradicionales posee. Ni que decir tiene que no pudimos corrobar nada,  pero el encanto que produce su cima sí es algo que merece la pena experimentar, pero con cuidado, pues su muy exigente subida y el viento puede convertirla en peligrosa.




La visión del valle de Playas y Casanga, así como la fabulosa impresión de ver Catacocha desde otra perspectiva junto con el cerro Guanchuro resguardandola, provoca las mas bonitas reflexiones mientras se disfruta la cima. El subconsciente igualmente te traiciona recordando la infinidad de leyendas, haciendo inevitable permanecer alerta a la vez que se disfruta de la vista.




Una vez disfrutada la cima de la legendaria peña bajamos por uno de los caminos de herradura que se distribuyen a lo largo del cerro hacia los diferentes maizales existentes, los cuales vistos desde abajo se te hacen inaccesibles. Unos caminos que parece imposible pensar como son capaces de pasar por ahí caballos y burros cargados, realmente meritorio como los pobladores dominan esas rutas sin perder el equilibrio.

Las lagunas que alimentan la chorrera de Soracola lucían medio vacías por la época seca en la que nos encontramos, en febrero pasado intentamos visitarlas pero un descuido nos apartó del camino y no pudimos encontrarlas repletas de agua, pero la impresión de ver la vertiginosa caída hacia el valle nos produjo una satisfacción difícil de explicar que nos creó la necesidad de volver a visitarla cuando esté a pleno funcionamiento para la época de invierno.

Expedicionarios coronando la cima
Disfrutar estas pequeñas rutas muy cercanas al centro poblacional de la ciudad es de esos placeres que la vida me ha regalado y a la que siempre le estaré eternamente agradecido. Sólo puedo aconsejar que se disfruten mientras se pueda. Merece la pena.

Si quieres visionar mas fotos de esta caminata puedes entrar a nuestro enlace en Facebook, y también al álbum de uno de los componentes de la Ruta de los Cerros, Onofre Agila.






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